"Round Trip"

de

Uva A. Clavija

Segunda parte

Tercera parte

Cuarta parte

 

Mejor me pongo los yins, no los yins, no, que pensará que estoy muy vieja para eso o que quiero restregarle que tengo lo que no pueden tener allá. ¡Tonta que eres, Esperanza! Si es tu hermana, tu hermana gemela, que hace más de 20 años que no nos vemos, qué le va a dar ni tiempo de ver la ropa que tenga puesta... esta blusa y esta saya está bien. ¿Qué distintas nuestras vidas, Dios mío, con lo igual que empezaron? La saya me queda un poco corta, ya no se usan así. Ella ha sido la sacrificada, todo estos años sin salir de Cuba cuidando a los viejos, sin casarse, ni tener hijos. Ojalá encuentre parqueo fácil en el aeropuerto ... Bueno, lo de casarse no sería por los viejos. Fue por esperar al vaina aquel de Rubén que la tuvo con cuentos casi diez años para total dejársela en la mano y venir a Miami y acabar enredado con la piruja ésa. Menos mal que no hay tanto tráfico a esta hora ... ¿Habrá cambiado mucho Caridad? Siempre fue tan alegre ... y, quién iba a decir, toda la vida en ese país donde no hay ni papel de inodoro, en esa casa que se está cayendo a pedazos. Desde que Mamá murió sola con Papá, ya ciego, Dios mío, ese hombre tan peleón y lleno de vida y me dicen que es un guiñapo humano. Suerte que ha podido encontrar quien lo cuide un mes mientras ella viene, que si no nos morimos las dos sin volvernos a ver. ¿Quién iba a decir hace un año que se me iba a morir Ramón, así, de pronto? Nada, que el corazón no avisa. Mejor para él, pero para uno es tan duro. Lo peor es por la mañana cuando me despierto y me acuerdo, y no tener a quién decir los buenos días. ¡Y eso que los muchachos son unos ángeles ...! Bastante que se ocupan de mí, pero qué va, yo vivir con esa nuera americana por nada del mundo. Con Maruja sería distinto, porque por lo menos es cubana, pero ella tiene a su mamá y es lógico que vivan juntas, más que Hilda le cuida los niños, y yo la verdad que mi trabajo en la tienda sí que no lo dejo por nada, que ya llevo 18 años, con todos los apuros que pasé al principio con ese jefe americano, ahora que ya la cosa es más suave ... ¿Por dónde saldrán los pasajeros? Porque los que vinimos para acá también tuvimos nuestros problemas. Sí, señor, que al principio del exilio el que más y el que menos pasó sus vacas flacas. Allá se creen que lo de acá es coser y cantar. Nada de eso. Que uno se olvida de lo malo, pero aquellos años cuando nadie tenía crédicars fueron bien malos ... Mejor pregunto.

-Sí, señora, yo hablo español. Mire, por ahí mismo, por esa puerta tienen que salir los pasajeros.

  Cuánta gente, Dios mío, que uno no se da cuenta y no piensa en eso, pero mira que los cubanos hemos pasado, caballero. ¿Estará muy cambiada Cachita? A veces me siento como culpable. Yo me fui, he tenido mi vida, mis hijos. ¿Cómo será vivir sin hijos? No sé, deberá ser como morirse un poco todos los días. Que no nos vamos a quedar pa semilla aquí, y al menos, qué sé yo, cuando se tiene hijos, uno sabe que deja algo de uno aquí. Y después los nietos. Cuando éramos chiquitas y jugábamos a las muñecas, qué se iba a imaginar uno que era así, esta mezcla constante de sobresalto y ésas como oleadas tibias cuando vienen con sus bracitos abiertos y se le tiran a uno al cuello. Ya son las menos cuarto. Debe haber llegado el avión. ¿Por qué no saldrán? ¿Y si no la han dejado salir? Allá nunca se sabe. ¿Por qué no la van a dejar?

-Mira, mira ahí viene tu abuela, aquella con el pañuelo en la cabeza.

-Vieja, vieja, por aquí.

  Por mucho que no quiera se le pone a uno un nudo en la garganta. Tantas familias separadas. ¿Podremos hablar Caridad y yo? Aquellas noches cuando pepillitas que nos pasábamos habla que habla hasta que Mamá se cansaba de mandarnos a callar. ¿Qué hablaríamos? Tanta bobería y todo nos lo tomábamos tan en serio. ¿Se acordará Caridad de aquella canción que le sacamos al conserje del colegio? Mira de lo que me he venido yo a acordar.

-¡Esperanza...!

 *** (Top of the page)

-Mi hermanita, ¿tú no estás cansada?

-Sí, Espi ... pero no me quiero acostar. Hacía tanto tiempo que no hablábamos.

-Y mira que hacía tiempo que nadie me llamaba así.

-¿Así, cómo?

-Espi ... es como volver a ser niña.

-Ay, mi hermana, si es que allá uno vive ... no sé, como del pasado, como alimentándose de recuerdos.

 ¡Qué curioso, Caridad! Uno aquí es todo lo contrario. Ramón, que en paz descanse, decía que éste es el país del mañana, de "Mañana voy a hacer esto, mañana voy a hacer aquello". Y si, tú supieras que es verdad, que uno vive aquí como por adelantado. El dinero te los gastas antes de cobrarlo. Acabas de volver de las vacaciones y ya estás planeando las del año próximo. En agosto te están anunciando los regalos para las Navidades en diciembre.

 -¿Te acuerdas, Esperanza, de las Navidades en la casa de la Calle C? Aquellas fueron las mejores ... el año que vino el tío Pepe de Nueva York cargado de regalos y que nos reunimos todos. ¡Cómo gozaba el viejo con aquellas reuniones!

-¿Y te acuerdas aquel año que yo pedí a los Reyes un carrito de helado y Papá me lo mandó a hacer con un carpintero?

 -Sí, tendríamos como 6 ó 7 años.

 -Y los veranos en la playa ... Caridad. ¿Siguen tan bonitas las playas de Cuba, o es que uno las recuerda así?

-Esperanza, todo es tan distinto. No puedes imaginártelo.

-Mi hermana, ¿y tú alguna vez no has pensado que yo me he portado mal contigo, que no ha sido justo que fueras tú la sacrificada ...?

-No, Esperanza, la vida no es muy seria en sus cosas ... pasan sin que nadie tenga culpa ... Yo me alegro que tú hayas sido feliz, que hayas tenido tu vida. Pero dime, ¿cuándo voy a ver a mis sobrinos?

-Mañana, mañana ... Pero mira, no cambies de tema, que a lo mejor no tenemos más oportunidad de hablar de esto y yo siempre he querido decirte ... y ahora no me salen las palabras ... que a veces, no sé, me siento como culpable, como que te abandoné, como que debí haber insistido en que vinieran antes, cuando los viejos estaban más jóvenes.

-No te culpes, Esperanza. Alégrate de estar aquí. La vida en Cuba es triste. Ahora, con el viejo ciego, que a veces ni la casa que no se ha podido pintar, tan destartalada ... Yo comprendo que tú no quieras ir...

-No, no es que no quiera ir ... la verdad es que me da miedo. Porque Ramón estuvo tan involucrado aquí contra el régimen y uno no sabe con esa gente ... Además, es cierto, Caridad, me da miedo ver la casa así, ver a Papá viejo, sin vista. Uno piensa en el regreso, en volver a lo que fue. Y ya eso no existe. Ni nosotros somos iguales.

-Oye, chica, creo que han sido muchas emociones, me siento como con un dolor en el pecho. Quizá sea del estómago. ¿Tú tienes manzanilla?

-Ay, Cachita, manzanilla, no, pero Alka-Seltzer, o Milanta ... Pero, muchacha, si estás pálida, si estás sudando...

-¿Qué será? Me duelen como los brazos ...

-Bueno, te acuestas en seguida, que mañana vamos a ir a las tiendas ...

-Ay, Espi, el tiempo que hace que yo no veo una tienda de verdad.

 *** (Top of the page)

 -Patient's last name, please.

-Señorita, ¿usted habla español? Mire que cuando me pongo nerviosa no me acuerdo ni de una palabra de inglés.

-Sí, señora, mire me tiene que decir el nombre completo del paciente, darme todos los datos del seguro. ¿Tiene seguro, verdad?

-Sí, sí ... Mi hermana tiene el seguro de su trabajo. Ella trabaja en Sears. Debe tener la tarjeta en su cartera. En seguida se la busco.

 

Ay, Esperanza, esto no lo debías hacer. Ingresar a tu hermana como si fuera tú. Si los muchachos se enteran me matan, ellos que son tan cívicos, tan americanos. Pero ¿y si no tiene seguro, con qué voy a pagar yo luego? Si uno supiera que es algo sencillo ... pero aquí por cualquier cosa, la cuenta en el hospital es de miles de pesos. Total, si en todos estos años apenas yo he usado ese seguro, y lo pago todos los meses ... Mejor ni llamo a Ramoncito porque se pondrá furioso. Seguro que le mandan alguna pastilla y nos vamos pronto y mandan una cuenta de $200 pesos ... Debí haber cogido un sweater ... qué frío hay aquí ... por qué no me dejarán verla ... se demoran demasiado ... estaba tan pálida ... mira que venir a enfermarse la misma noche que ha llegado, con tanto embullo que tenía ella con el viaje ... ¿y si le preguntan su nombre? Mejor trato de verla y explicarle ... ¡qué corre corre se ha formado! ¿Qué estará pasando? Yo me voy a colar ahí dentro aunque diga lo que diga ese letrero.

  -Miss, you can't go in.

  Dios mío, todos esos médicos alrededor de ella, y le tienen puesto oxígeno, y le golpean el pecho, y la inyectan, y está tan blanca, como se puso Ramón cuando le dio el infarto. Ay, Dios, si es eso, si no es el estómago, si no es una bobería, si es un infarto lo que tiene, si se me está muriendo mi hermana, mi hermana gemela, mi hermana que vivió la otra mitad de mi vida para que yo tuviera la vida que he tenido, mi hermana que es la única que podría recordar aquella canción que le sacamos al conserje de la escuela, mi hermana que es la única que recuerda aquellas Navidades en la casona de la Calle C con todos los primos jugando a los pasos americanos, mi hermana Caridad, que ya no es Caridad, que soy yo, que se muere con mi nombre, porque soy yo en esa cama, tan blanca, Dios, nunca me di cuenta cómo se parece a Mamá, nos parecemos, será, porque su rostro es mi rostro, su peso ingrávido sobre la cama es el peso de mi cuerpo. Ahora abres los ojos, Caridad, y me miras con esos mis ojos, y yo veo en tu pupila el cansancio de las largas colas para conseguir los alimentos, la paciencia infinita con que bañas a Papá todas las mañanas, la bondad de tus manos que nunca supieron de caricias, ni de cambiar pañales ... Y ya sé lo que me gritas desde esos mis ojos, que no puedes morirte porque no has terminado tu labor, y ni en eso es seria la vida, que ya mi Ramón murió y mis hijos están grandes y nadie me necesita y estoy sola, sí, Caridad, qué difícil es levantarme todas las mañanas y no tener a quién dar los buenos días, y estoy tan sola, y ahora no tendré ni la ilusión de que vengas, y ni siquiera hemos podido hacer tantas cosas que planeábamos, ni te he podido llevar a una tienda, si vieras, qué grandes los supermercados, y tú que tienes a quién regresar, a ese pobre viejo ciego que no sabe quién eres, y tú no quieres morirte por él, y estás tan cansada y no puedes más, y me miras con esos tus ojos mis ojos, y me dices que debo regresar a ocupar tu sitio, pero ¿podré, Dios mío? Tú siempre fuiste la mejor de las dos. La que has sabido amar de verdad. Tú, la solterona, la de la vida oscura, en esa casa que se muere, en ese país que se muere. Y te me vas sin que te diga estas cosas ... que te he admirado siempre ... no, no cierres los ojos, mírame una vez más ... perdóname por la parte de tu vida que te robé ... no, no llores, tú ganas. Te lo prometo, hermana. Yo volveré a Cuba y cuidaré al viejo ... Duérmete tranquila ... te lo prometo ... te lo prometo.

***

 -Flight 407 to Havana now boarding.

 Dios mío, tanto que he criticado Miami, tanto que he añorado este regreso, y la verdad es que se ve tan linda la ciudad desde el avión ... cómo no me voy a sentir triste ... dejo atrás toda una vida ... curioso que cuando la vivía pensaba que era algo pasajero ... y ahora pienso, no sé, que esos años fueron los que más contaron... dejo tanto atrás, hasta una tumba con mi nombre, y en verdad, no dejo nada ...

 -Señora, perdóneme, que estoy un poco nerviosa, viajo a Cuba por primera vez desde hace tantos años. ¿Usted, va también de visita?

 -No, señor, acabo de pasarme una temporada en Miami visitando a mis sobrinos. Ahora regreso a casa.

 

  *** (Top of the page)